lunes, 28 de enero de 2013

Ícaro: Alas negras (Capítulo 2 parte 1)


Capítulo 2 (primera parte)
Durante la clase estuve ausente, perdida. No dejaba de recordar las palabras de mi hermano y los cambios que había dado desde aquel extraño accidente.
Supongo que su cambio era normal, el destino tenía estas cosas. Este siempre jugaba con mi suerte, haciendo que todos mis intentos de hacer las cosas bien fracasaran. Me culpaba del cambio de mi hermano, de sus frases y miradas, llegué a culparme incluso de la muerte mis padres.
Al girar la esquina que daba a mi aula, Elena me dio un abrazo y se fue dando saltitos por el pasillo hasta su siguiente clase.
Entré por la puerta aún absorta en mis pensamientos y me senté en mi pupitre por pura mecánica.
-Ey, ¿hoy no saludas? –Alex me sacó de mis pensamientos y me regaló una de sus miradas verde intenso-.
-Esto… Sí, hola –dije apenas en un susurro-. ¿Cómo vas?
-Al parecer mejor que tú –dijo este mirándome con preocupación-. ¿Ocurre algo?
-No, es solo cansancio –sonreí para parecer algo más convincente, aunque yo ya sabía que mis ojos me delataban-. No te preocupes.
-Ummm…–Estaba claro que no me creía -. Bueno, pero recuerda que estoy aquí y que puedes contar conmigo.
Nos miramos a los ojos fijamente durante unos minutos que se hicieron eternos.
Desde que Alex llegó al instituto empezamos a hablar muchísimo. Era un chico encantador y dulce, a pesar de su apariencia de chico duro e indestructible, sabía escuchar. Vestía con ropa rockera y llevaba el pelo por el hombro. Tenía la piel blanca, lo que resaltaba el verde de sus ojos. Supongo que desde el instante que nos presentaron me había fijado en él, pero tenía miedo de saber la reacción de este en el caso de que yo le confesara lo que sentía.
-Buenos días chicos, -dijo el profesor de historia al entrar, haciendo que Alex y yo dejásemos de mirarnos-, abrir el libro por la página 107.
La primera media hora de la clase Alex y yo la pasamos en silencio.
De pronto apareció una nota encima de mi mesa procedente de la parte de atrás de la clase.
 Aléjate de Alex, Esther. Las cosas nunca son lo que parecen…
Al leer aquello, miré hacia atrás desconcertada. ¿Quién había podido escribir aquella nota?
-Ey, -Alex me miraba curioso por mi nerviosismo-, ¿Ocurre algo?
La miré intentando ver algo en sus ojos que me pudiera avisar del peligro del cuál hablaba aquella nota.
-Eso quisiera saber yo…
Me cogió de la mano y me dedicó una sonrisa.
“Él no puede ser malo… Es imposible”-Pensé tras devolverle la sonrisa inconscientemente-. “No puede ser”
Aparté con cuidado la mano de Alex y guardé la nota en mi bolsillo.
Terminó la clase y sonó el timbre que daba fin a la jornada. Alex me acompañó hasta la salida donde nos encontramos con Elena.
-Bonito vestido el de hoy, Elena –dijo Alex sonriendo- No sé como consigues esta ropa, pero te queda genial.
Sentí una punzada de celos, aunque sabía que era cierto.
-¡Gracias! –dijo Elena con voz cantarina-. Este vestido me lo regalaste tú, ¿no, Esther?
De pronto me sentí culpable por haberme puesto celosa de Elena.
-Eh… Esto… Sí –tartamudeé con nerviosismo-.Creo que sí…
Alex sonrió al ver mi expresión
 sonrojada, lo cual hizo que aumentara el rubor.
-¡Ey! –exclamé enfadada-. ¡No te rias!
De pronto y sin avisar, Alex me cogió por la cintura pegándome a él y dándome un beso en la mejilla.
-Anda no te enfades –dijo él sonriéndome con una dulzura desacorde con su aspecto-. ¿Te acompaño a casa?

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